jueves, 8 de marzo de 2012


LA PÉRDIDA INESPERADA
Cuenta una vieja leyenda que un niño y su perro se perdieron un día en el bosque.
Pepe era un niño diferente a los demás; lo que le diferenciaba era que tenía la piel de color rosa con un poco de azul. Cada vez que lo tocabas te sentías muy feliz y eso le encantaba a todas las personas. Sus orejas eran largas y terminaban en punta; con ellas podía oír de aquí a 5 kilómetros. Sus ojos eran azules con un toque brillante. Debajo estaba la nariz, que era chata y muy pequeña y más abajo estaba la boca, sus dientes eran inmejorables y siempre llevaba una sonrisa. Su estatura era mediana, su pelo era corto y muy suave.

Lolo era un perro, como otro cualquiera, pequeño, con mucho pelo y  suave. Su cara era muy tierna. Pero tenía algunas diferencias con los otros perros, era muy listo y siempre ayudaba a Pepe y Pepe a Lolo.  Lolo protegía a Pepe cuando se metía en líos.
Así eran Pepe y Lolo por dentro y por fuera.

Pepe y Lolo vivían en un pequeño pueblo, que estaba justo en el centro del bosque. Al lado del pueblo tenían una cascada de arco iris. Esa cascada les producía un montón de alimentos, era mágica. Pero también crecía bastante vegetación en la tierra. En esa parte del bosque siempre daba el sol. Cada vez quedaban menos árboles porque eran de chocolate y de caramelos; por eso, todos los niños se los comían. Eran casas pequeñas pero había una enorme, como una mansión. Allí vivía el jefe del pueblo que era muy amable con los aldeanos. Los aldeanos vivían muy felices y tranquilos.

Un día Pepe y Lolo se fueron a pasear por el bosque en una noche de lluvia. De repente se perdieron y se encontraron en una ciudad mágica. Cuando la vieron se quedaron muy asombrados. Esa ciudad estaba dividida en dos partes. Una parte era de los duendes y otra de las hadas. Él no entendía por qué estaban los duendes y las hadas enfadados. Como seguía lloviendo, se quedaron allí con las hadas y empezaron a saber costumbres de ellas. Después se fueron con los duendes a aprender también de ellos. Al rato, Pepe se enteró de que la lluvia solo pararía si se reconciliaban las dos ciudades. Pepe y Lolo ya estaban empezando a extrañar a su familia. Por eso se pusieron manos a la obra. Pepe y Lolo intentaron convencerles de que no siguieran enfadados, pero ellos no querían.

Pepe y Lolo pensaron en juntar a la reina de las hadas y al rey de los duendes. Pepe habló con la reina de las hadas y le dijo que si podía ir esa noche a cenar con ellos en el Árbol Sancala a las 10:00. Lo mismo le dijo al rey de los duendes y los dos aceptaron. Cuando llegó la noche y se encontraron, la reina y el rey se quedaron por cortesía, pero querían irse rápidamente. Pepe  invitó a sentarse a los dos en la mesa. Ellos se sentaron y se miraron con cara de enfado. Pepe empezó a sacar conversación y ellos solo hablaban discutiendo o criticándose. Pepe siempre tenía que parar sus conversaciones y empezar otras mejores. Llegó un momento en que la reina y el rey se dieron cuenta de que se parecían en muchas cosas. Como Pepe y Lolo vieron que todo iba bien, se fueron. Cuando ellos se quedaron solos, siguieron con la conversación y al final, se enamoraron. Por la mañana ya se habían enterado todos los habitantes de las dos ciudades y empezaron a preguntar. Los dos reyes les explicaron todo lo que había pasado en la cena. Los duendes y hadas entendieron todo y lo aceptaron. Las dos ciudades se juntaron y vivieron todos muy felices y tranquilos. El hada y el duende le concedieron a Pepe un deseo, por su gratitud al haber reconciliado a las dos ciudades. Lolo le dijo a Pepe que le pidiera volver a su pueblo, además la tormenta ya había parado.

El hada y el duende le concedieron el deseo, pero antes se despidieron de todas las hadas y duendes, Pepe y Lolo regresaron en un instante a su pueblo. Cuando Pepe y Lolo aparecieron por allí todos se asombraron y se alegraron mucho de que hubieran vuelto.

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