LA
PÉRDIDA INESPERADA
Cuenta
una vieja leyenda que un niño y su perro se perdieron un día en el
bosque.
Pepe
era un niño diferente a los demás; lo que le diferenciaba era que
tenía la piel de color rosa con un poco de azul. Cada vez que lo
tocabas te sentías muy feliz y eso le encantaba a todas las
personas. Sus orejas eran largas y terminaban en punta; con ellas
podía oír de aquí a 5 kilómetros. Sus ojos eran azules con un
toque brillante. Debajo estaba la nariz, que era chata y muy pequeña
y más abajo estaba la boca, sus dientes eran inmejorables y siempre
llevaba una sonrisa. Su estatura era mediana, su pelo era corto y muy
suave.
Lolo
era un perro, como otro cualquiera, pequeño, con mucho pelo y suave. Su cara era muy tierna. Pero tenía algunas
diferencias con los otros perros, era muy listo y siempre ayudaba a
Pepe y Pepe a Lolo. Lolo protegía a Pepe cuando se
metía en líos.
Así
eran Pepe y Lolo por dentro y por fuera.
Pepe y
Lolo vivían en un pequeño pueblo, que estaba justo en el centro del
bosque. Al lado del pueblo tenían una cascada de arco iris. Esa
cascada les producía un montón de alimentos, era mágica. Pero
también crecía bastante vegetación en la tierra. En esa parte del
bosque siempre daba el sol. Cada vez quedaban menos árboles porque
eran de chocolate y de caramelos; por eso, todos los niños se los
comían. Eran casas pequeñas pero había una enorme, como una
mansión. Allí vivía el jefe del pueblo que era muy amable con los
aldeanos. Los aldeanos vivían muy felices y tranquilos.
Un día
Pepe y Lolo se fueron a pasear por el bosque en una noche de lluvia.
De repente se perdieron y se encontraron en una ciudad mágica.
Cuando la vieron se quedaron muy asombrados. Esa ciudad estaba
dividida en dos partes. Una parte era de los duendes y otra de las
hadas. Él no entendía por qué estaban los duendes y las hadas
enfadados. Como seguía lloviendo, se quedaron allí con las hadas y
empezaron a saber costumbres de ellas. Después se fueron con los
duendes a aprender también de ellos. Al rato, Pepe se enteró de que
la lluvia solo pararía si se reconciliaban las dos ciudades. Pepe y
Lolo ya estaban empezando a extrañar a su familia. Por eso se
pusieron manos a la obra. Pepe y Lolo intentaron convencerles de que
no siguieran enfadados, pero ellos no querían.
Pepe y
Lolo pensaron en juntar a la reina de las hadas y al rey de los
duendes. Pepe habló con la reina de las hadas y le dijo que si podía
ir esa noche a cenar con ellos en el Árbol Sancala a las 10:00. Lo
mismo le dijo al rey de los duendes y los dos aceptaron. Cuando llegó
la noche y se encontraron, la reina y el rey se quedaron por
cortesía, pero querían irse rápidamente. Pepe invitó a
sentarse a los dos en la mesa. Ellos se sentaron y se miraron con
cara de enfado. Pepe empezó a sacar conversación y ellos solo
hablaban discutiendo o criticándose. Pepe siempre tenía que parar
sus conversaciones y empezar otras mejores. Llegó un momento en que
la reina y el rey se dieron cuenta de que se parecían en muchas
cosas. Como Pepe y Lolo vieron que todo iba bien, se fueron. Cuando
ellos se quedaron solos, siguieron con la conversación y al final,
se enamoraron. Por la mañana ya se habían enterado todos los
habitantes de las dos ciudades y empezaron a preguntar. Los dos reyes
les explicaron todo lo que había pasado en la cena. Los duendes y
hadas entendieron todo y lo aceptaron. Las dos ciudades se juntaron y
vivieron todos muy felices y tranquilos. El hada y el duende le
concedieron a Pepe un deseo, por su gratitud al haber reconciliado a
las dos ciudades. Lolo le dijo a Pepe que le pidiera volver a su
pueblo, además la tormenta ya había parado.
El
hada y el duende le concedieron el deseo, pero antes se despidieron
de todas las hadas y duendes, Pepe y Lolo regresaron en un instante
a su pueblo. Cuando Pepe y Lolo aparecieron por allí todos se
asombraron y se alegraron mucho de que hubieran vuelto.
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